En un partido en el que no se jugaba demasiado desde los puntos, Boca sí ponía en la mesa algunos condimentos que podían hacer este encuentro ante Aldosivi algo más atractivo. No solo porque River espera a la vuelta de la esquina, sino porque los octavos de final de la Copa Libertadores -el verdadero objetivo- acecha. Y esta victoria es una inyección de confianza para afrontar los importantes desafíos que se vienen.
Esta vez no hubo paso atrás: un triunfo clave llamó a otro que llenó los ojos y que, si bien no empezó bien, tuvo como principal virtud la contundencia en el segundo tiempo.
La renovada apuesta de Guillermo con algunos jugadores –caso Chávez, Meli y Silva- se sumó al regreso en gran nivel de Erbes y a la refrescante aparición de Messidoro como enganche. Claro que la llave para dar vuelta el encuentro estaba en el banco. Lodeiro, por supuesto, fue una de ellas. ¿La otra? La buena lectura del Mellizo, que sacó a Molina Lucero para rearmar el medio con el uruguayo: la metió a los segundos de haber ingresado, participó del 3–1 y asistió a Chávez para el 4–1 final.
Boca despachó a Aldosivi a puro fútbol. Solo 45 minutos del estilo Barros Schelotto en su esplendor necesitó para hacer tres goles. Ahora recibirá a Cali, otra chance para afirmar el método antes de la prueba de fuego en el Superclásico.
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