Verano, calorcito, playa… No hay demasiados motivos para no afrontar enero con una sonrisa en la cara. Boca cerró un 2016 ciclotímico de la mejor manera: puntero y con una seguidilla de triunfos que incluyó una goleada a River y otra a Racing. Pero el primer mes del año se viene cargado con tres amistosos, esos que desataron el caos hace 365 días.
Tan cierto como que el conjunto de Rodolfo Arruabarrena nunca inspiró demasiada confianza es que había sido campeón del torneo y de la Copa Argentina en noviembre de 2015. Poco importó cuando se volvió de la pretemporada con cuatro derrotas consecutivas que marcaron el inicio del fin del ciclo del Vasco y la autodestrucción de lo conseguido.
Guillermo Barros Schelotto dejó la vara bien alta. Con el regreso de Fernando Gago, el equipo mostró un nivel altísimo, metió cuatro victorias al hilo y convirtió cuatro goles en los últimos tres encuentros. Sin embargo, la salida de Carlos Tevez deja la primera incógnita. Una que ya presentará la suficiente dificultad para resolver sin tener que sumarle la presión de mantener el rendimiento que tuvo ante San Lorenzo, la Academia, el Millonario y Colón en el cierre del semestre.
El Xeneize tiene todo para recomponerse, tomar confianza y no repetir los errores del pasado, pero para eso deberá evitar entrar en la exigencia que se come todo lo bueno y deja todo lo malo para las fieras. Los primeros tres cotejos del 2017 deberán tener la importancia que se decida darle desde adentro y no la que se le demande desde afuera.
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