La derrota ante River en la Bombonera expuso los errores defensivos de Boca: un mediocampo con free pass para los volantes rivales y una defensa con problemas a sus costados y en la zona central obligaron al DT a meter mano en el equipo. Guillermo cambió nombres por nombres, Tobio y Silva a la cancha en lugar de Vergini y Fabra, pero también modificó el esquema con el ingreso de Barrios como tapón delante de los centrales y Jara en la banda derecha como rueda de auxilio de Peruzzi. Todos cambios mirando el arco propio.
Los resultados se vieron de inmediato: el arco en cero ante Newell’s ayudó a lograr una victoria vital y en el último fin de semana el equipo estuvo 95 minutos con la valla invicta hasta el penal sobre la hora. Pero el cambio también trajo consecuencias negativas en la zona ofensiva, donde Boca sumó cuatro puntos por obra y gracia de una inspiración de Benedetto. El Pipa estalló en el grito de gol en Parque Patricios: el “dame una que la meto” expresa la incomodidad de los delanteros xeneizes por la falta de creación de juego.
La solución para este nuevo desequilibrio al que se enfrenta Boca posiblemente se empiece a ver con el regreso de Centurión a la cancha. El ex Racing y Sao Paulo es un nexo entre los volantes y los delanteros y además su ingreso supondría volver a un esquema con tres hombres en ofensiva. Mientras tanto, Maroni es una opción potable. También será importante la vuelta de Bentancur por su dinámica para romper líneas en ataque. Aunque eso signifique la salida de Pablo Pérez, por que si hay algo que quedó claro es que Barrios tiene que jugar siempre, es la rueda de auxilio para equilibrar la balanza, el gran acierto de los cambios del cuerpo técnico.
Boca pasó de ser un equipo admirable por su capacidad para llegar al gol, poniendo en cada jugada a seis o siete jugadores en posición de ataque, a prácticamente no cruzar la mitad de cancha si no es por un pelotazo. Ante Huracán quedó muy expuesto que con el nuevo sistema de Guillermo los delanteros tendrán que estar muy afilados para que el Xeneize llegue a convertir. Es necesario encontrar el equilibrio: no ser el equipo que va al frente casi sin pensar, exponiendo a los centrales, ni ser este que se refugia atrás y aísla a los delanteros.
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