A la hora de explicar su triunfo en el Monumental, Guillermo Barros Schelotto eligió remarcar que no veía cómo River podía lastimar a su Boca. Es cierto: a los de Núñez les costó horrores llegar en profundidad y Agustín Rossi respondió solamente en un tiro de Scocco; el gol, incluso, fue un bombazo de 40 metros, impredecible. El Xeneize evidencia que, además de su poderoso ataque, está mucho más asentado en defensa. Y gran parte de esa mejora tiene nombre propio: Paolo Duval Goltz.
Llegó por pedido insistente del DT, que lo idolatra desde que lo tuvo en Lanús. Se adaptó rápido y viene formando una dupla sólida y rápida con Lisandro Magallán, el otro central del equipo. La vida le sonríe a Paolo, todo lo que él no lo hace para las fotos: Boca apenas recibió dos goles en ocho partidos de la Superliga. Uno fue el golazo de Ponzio y, el otro, una distracción de pelota parada ante Godoy Cruz: en el pasado quedaron esas defensas mal paradas y los espacios abiertos para el rival.
La defensa es hoy por hoy lo que más ha mejorado Boca desde que salió campeón. Por confianza, sí, pero también por la llegada de Goltz, que tomó sin dudar un puesto bastardeado en los últimos años. Con la Libertadores en el horizonte, Paolo Duval asoma como el líder que faltaba en la retaguardia de Guillermo.
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