El mercado de pases genera otra paradoja en Boca. Hasta el cierre de la competencia oficial el club está obligado a ganar porque dispone de los mayores recursos económicos y humanos. Apenas concluye el calendario y al margen de la posición final, primero, segundo o tercero en este caso, los mismos que hablaban de la alta calificación del plantel empiezan a pedir refuerzos con la desesperación de un náufrago.
El capítulo siguiente es conocido: demoras, tironeos, contraofertas, idas y vueltas, propios de cualquier negociación multimillonaria, se leen como un nuevo episodio de conflicto en una pretemporada que siempre recibe el azote de los vientos de crisis.
Las victorias ante América y Chivas nos recordaron, entre otras cosas, que hay valores juveniles interesantes como Marcelo Weigandt y Nicolás Capaldo, opciones de recambio o algo más para la 19/20. Si proyectos como ellos no tienen minutos, se instala otro reclamo: ¿por qué postergan siempre a los pibes? Y la queja viene de algunos que te rompen todos los días las redes con su histeria por la falta de refuerzos.
La única incorporación ya testeada es Alexis Mac Allister. Aportó movilidad y pase, compromiso para recuperar y media distancia. Auspicioso: mientras su padre, el Colo Mac Allister, tardó casi ocho meses para marcar un gol, a él le bastó poco más de una hora para meter el primer grito.
*Carlos Javier Mac Allister fue defensor boquense entre 1992 y 1996 (dato para las nuevas generaciones).
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