Con miles de hinchas en las tribunas o solo una, lagrimeando en ese palco, Boca siempre va a sentir la compañía de su gente. Si la vida es un ratito, como dijo Dalma para despedir a su padre, conforta imaginar que la Bombonera -entre otras magias- tiene el poder de disimular ausencias, dentro y fuera de la cancha.
Casualidades del destino, Newell’s volvió a aparecer por casa en uno de nuestros habituales momentos de crisis. Vino en 2015, después de las dos primeras derrotas del torneo (Aldosivi / Vélez); en 2017, tras un clásico perdido que presagiaba hecatombes, y en 2018, luego de dos caídas (Defensa / Independiente) que comprometieron el liderazgo. Boca ganó en todos los casos y terminó saliendo campeón. No es todavía la hora de demandar otra estrella: el equipo ni siquiera aseguró su clasificación a la zona por el título, o como se denomine, y se encuentra en vísperas del cruce por octavos de la Copa. Más obligaciones, presión, exigencias…
El primer doblete de Edwin Andrés Cardona con esta camiseta lo ubica entre los 11 iniciales del miércoles. Deberá resolver el técnico si lo deja a la izquierda, donde el de Medellín se ha mostrado más influyente, o lo cierra para que Villa juegue de ese lado y Salvio retorne en la derecha. En ese esquema Tevez deberá asumir el rol de 9, por más que lleve el 10 como los grandes ídolos del club.
Ábila es una opción y se lo necesita bien, con fe, al margen del penal tirado a la segunda bandeja. Es pobre la efectividad en el rubro durante esta competencia, apenas cuatro convertidos de los 11 ejecutados. Ramón quizás no lo vio, pues era un niño, pero hasta Maradona los erraba.
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