Si Boca apenas empató contra el último del campeonato y estuvo cerca de perder, ¿cómo haría para ganarle al segundo en una final? En principio podemos aferrarnos a la imprevisibilidad del fútbol, a los espíritus. Si buscamos argumentos lógicos para respaldar la esperanza, hay que ir al fondo.
Más allá de errores evidentes en la jornada de ayer o anteriores, la estructura defensiva actual le otorga un mínimo de consistencia a esta versión de Boca que, entre bombardeo ajeno y baja autoestima, no termina de generar y sostener un sentimiento de confianza entre la gente.
A tres victorias consecutivas (Argentinos, Aldosivi y Sarmiento, con arco invicto) le sucedió una cosecha de dos puntos en tres fechas (Independiente, Newell’s y Arsenal, con apenas un gol a favor). De una racha a otra abundaron cambios de nombres y sistemas, una mala receta para combatir la inestabilidad.
El miércoles es una gran ocasión para sacarse broncas de encima, conseguir otro título en 2021, burlarse de las crisis y cerrar con alegría el año. Aunque la parada sea difícil, la elección es fácil: estás con Boca o en contra de Boca, como desde hace ya más de un siglo.
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